sábado, 24 de agosto de 2013

Que le dice un padre a su hijo mientras duermes


Escucha hijo: Voy a decirte esto mientras duermes y veo una manita metida bajo la mejilla y rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Haces unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo: Me enoje contigo. Te regañe mientras te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañe porque no limpiaste los zapatos. Te grite, porque dejaste caer algo al suelo.

Durante el desayuno también te regañe. Volcaste las cosas, tragaste la comida sin cuidado, pusiste los codos sobre la mesa, untaste demasiado el pan con mantequilla y cuando te ibas a jugar y yo salia a tomar el tren, te devolviste y me saludaste con la mano y me dijiste: "Adiós papito" Y yo fruncí el entrecejo te respondí: "Ten erguidos los hombros".

Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa, te vi de rodilla jugando en la calle, tenias agujeros en las medias. Te humille ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mi. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tu serias mas cuidadoso. Pensar, hijo que un padre te diga eso.

¿Recuerdas, mas tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levante la vista de mi diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta ¿Que quieres ahora? Te dije bruscamente.

"Nada" Respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había echo florecer en tu corazón y que ni aun al descuido ajeno puede agotar! Y luego te fuiste a dormir con pasitos cortos y ruidosos por la escalera.

Bien, hijo, poco después fue cuando fue cundo se me cayo el diario de las manos y entro en mi un terrible temor ¿Que estaba haciendo de mi la costumbre? la costumbre de encontrar defectos, de reprender; Esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que no te amara; Era que esperaba demasiado de ti. Y media según la vara de mis años maduros.

Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es tan grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontaneo impulso de correr al besarme esta noche. Nada mas que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.

Es una pobre explicación; Se que no comprenderás estas cosas, si te las dijera cuando estas despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando este por pronunciar palabras impacientes. No haré mas que decirme, como si fuera un ritual: "No eres mas que un niño. Un niño pequeñito"

Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebe todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario